La historia de China, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, tiene sus orígenes en la cuenca del río Amarillo, donde numerosos yacimientos demuestran la presencia humana ininterrumpida desde la Prehistoria y en cuyos márgenes surgieron las primeras dinastías, conocidas en gran parte gracias al minucioso trabajo de los historiadores, el más célebre Sima Qian, un escriba que vivió en el siglo II a.C…
La dinastía Shang
Vir Covi
Condenado a la castración por haber defendido públicamente a un militar acusado de la derrota contra los nómadas del norte, y cuando la costumbre era cometer suicidio como única salida digna a la mutilación, prefirió soportar la vergüenza con tal de terminar el trabajo que había comenzado su padre, las Memorias Históricas, donde metódicamente recopiló durante 45 años los acontecimientos más importantes de la historia de su país. Según sus relatos (que pese a su meticulosidad deben ser tomados con cautela, pues fueron escritos más de 15 siglos después), antes de la primera dinastía, las tribus del Valle del río Amarillo se rotaban en el poder. Yu El Grande había sido designado como gobernante con la tarea de construir canales que frenaran la gran inundación que asolaba el reino, trabajo en el que se empleó durante 13 años, con tal entrega que cuenta la leyenda que durante ese tiempo pasó delante de su casa 3 veces y ninguna entró para no entretenerse.
Este mapa muestra las zonas en las que se han encontrado vestigios arqueológicos de la civilización shang
A su muerte durante una cacería debía sucederle el jefe de otro clan, pero su hijo se hizo con el control instaurando así la dinastía Xia, compuesta por 17 monarcas y cuyo último gobernante, un tirano que maltrataba a la población, fue destronado por uno de los estados vasallos que dio comienzo al reino Shang, la segunda dinastía de la historia de China y la primera de que se tiene constancia documentada gracias al hallazgo de los llamados huesos oraculares. Se trata sobre todo de caparazones de tortuga y omóplatos de animales con extrañas inscripciones que fueron desenterrados por campesinos a lo largo del siglo XIX y aún antes para venderlos en las boticas tradicionales como huesos de dragón, muy demandados por sus supuestas propiedades curativas y afrodisíacas, hasta que casualmente uno de esos huesos fue a parar en 1899 a un estudioso chino, que los reconoció como el soporte de una antigua escritura de la que se han registrado más de 3.000 signos, que más tarde evolucionarían hacia los caracteres del idioma chino.
Estos huesos y caparazones se limpiaban y pulían para preparar la superficie y después de inscribir el nombre del adivino y la fecha, se planteaba el tema de la adivinación, que podía tener todo tipo de naturaleza, desde enfermedades hasta el clima, y que se dirigía a los antepasados, a ciertos poderes de la naturaleza o a Shangdi, su más alta divinidad. Después una fuente de intenso calor era aplicada en un orificio previamente realizado producía una serie de grietas que eran interpretadas por el adivino. Más tarde se enterraban en fosas que agrupaban cientos e incluso miles de huesos y aunque la mayoría registran rituales adivinatorios, otros contienen importante información histórica que corrobora los datos de Sima Qian, como la genealogía completa de la dinastía Shang, desarrollada aproximadamente entre 1600 y 1046 a.C. y conocida también como Yin por el nombre de su sexta y última capital, cuyas ruinas, a 500 Km al sur de Pekín, son uno de los tesoros nacionales chinos. Gracias a este conjunto de hallazgos y crónicas sabemos de su sociedad altamente desarrollada, dividida en nobleza guerrera, sacerdotes y plebeyos, todos guiados por un sacerdote-rey, intermediario entre los vivos y los muertos y que practicaba las artes adivinatorias.
La población estaba organizada en ciudades amuralladas en las que vivían los clanes, consistentes en una familia o varias y que se identificaban con un totem animal. Veneraban a sus ancestros, realizaban sacrificios humanos, enterraban vivos a los esclavos en la tumba de los amos y realizaban delicadas tallas en jade, tejidos de seda y trabajos de bronce, pero tras 6 siglos esta dinastía llegó a su fin cuando el último de sus 30 reyes se suicidó después de que su ejército fuera derrotado por el pueblo Zhou, que dio paso a la tercera y última dinastía antes del período de los emperadores, en la que vivieron los grandes pensadores chinos de la antigüedad, como Confucio…[1]
La Factoria Historica
[1]García-Noblejas, Gabriel (2007). Mitología de la China antigua. Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-8215-0; Ceinos, Pedro (2006). Historia breve de China. Madrid: Silex ediciones. ISBN 978-84-7737-173-1; Domenach, Jean-Luc (2006). ¿A dónde va China?. colección Paidós Historia Contemporánea. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica. ISBN 978-84-493-1841-2; Fairbank, John K. (1997). China. Una nueva historia. Santiago de Chile/Barcelona: Ed. Andrés Bello; Freches, José (2006). Eráse una vez China. colección Gran Austral (Espasa). Madrid: Espasa-Calpe. ISBN 978-84-670-2215-5; Gernet, Jacques (2007). El mundo chino. Barcelona: Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-868-1; Hansen, Valerie (2000). The Open Empire. A History of China to 1600. W.W. Norton and Company: New York; Lovell, Julia (2007). La Gran Muralla: China contra el mundo (1000 a. C.-2000 d. C.). Barcelona: Editorial Debate. ISBN 978-84-8306-720-8; Martinelli, Franco (1975). Historia de China. dos volúmenes. Barcelona: Editorial de Vecchi.
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