La tetrarquía romana

El emperador Diocleciano que inauguró en el Imperio Romano la etapa conocida como Bajo Imperio donde el emperador fue señor o amo absoluto, instauró el sistema político de la Tetrarquía para solucionar el problema de la sucesión al trono imperial que hasta entonces se había realizado ya sea por herencia, por adopciones, y últimamente en la anarquía militar, por pronunciamientos en general violentos de la guardia pretoriana o de los ejércitos provinciales. Este curioso sistema que no resistió ni el primer cambio de gobierno, consistió en dividir al imperio entre dos augustos asociados, lo que realizó en el año 286. Diocleciano se reservó el Oriente, otorgándole a su compañero de armas, Maximiano, la región occidental. Diocleciano tenía más poder que su socio, y para hacerlo notorio, se proclamó descendiente del Dios Júpiter, mientras que Maximiano lo era del semi Dios Hércules…

La tetrarquía romana

Estos dos augustos fueron asistidos por dos césares, que fueron elegidos en el año 293 en virtud de sus méritos personales. Fue Galerio proclamado César en Oriente, y en Occidente lo fue Constancio Cloro. El vínculo entre augustos y césares fue robustecido por alianzas matrimoniales. Galerio se casó con Valeria, hija de Diocleciano y Constancio Cloro con Teodora, hijastra del augusto Maximiano. La idea de la Tetrarquía era que que en determinado momento, renunciaran los augustos y asumieran los césares como augustos, nombrando por mérito a nuevos césares, para así asegurar la pacífica transmisión del mando que quedaría en manos de personas dignas y aptas para gobernar. Diocleciano renunció, luego de veinte años en el poder, el 1 de mayo del año 305 y convenció a Maximiano para realizar una abdicación conjunta. Tal como estaba previsto, los césares asumieron como augustos, y éstos nombraron como césares e hijos adoptivos a Maximino Daya, sobrino de Galerio para Oriente; y a Severo, amigo de Galerio, para suceder en Occidente a Constancio Cloro.

Esto provocó la ira de Majencio, hijo de Maximiano y de Constantino, hijo de Constancio Cloro, nacido de un concubinato de Constancio con Helena, una humilde y enérgica mujer, que fue repudiada con motivo del acuerdo matrimonial que emparentó a Constancio Cloro con Maximiano. Constancio Cloro murió poco después y su ejército nombró como su sucesor y augusto a su hijo Constantino, tal como se hacía en la época de la anarquía militar. Constantino fue reconocido por Galerio, pero no como augusto sino como césar, y como augusto a Severo. Majencio, el hijo de Maximiano también logró ser reconocido como prínceps por sus tropas, y a esta coronación se opusieron tanto Galerio como Severo. Este último lo atacó pero debió rendirse y luego fue asesinado a pesar de que se le había prometido el respeto de su vida.

Como augusto de Occidente, tras la muerte de Severo fue designado Licinio, amigo de Galerio que nunca había sido césar. Maximiano queriendo también el poder se alió con Constantino, pero luego intentó derrocarlo, fue apresado y se lo encontró ahorcado en su recámara, discutiéndose si se trató de suicidio o asesinato. Constantino fue reconocido como augusto de Occidente por Galerio en el año 311 y Maximino Daya lo fue para Oriente, quedando el Imperio conformado por cuatro augustos: Galerio y Maximino Daya, en Oriente; y Constantino y Licinio en Occidente. Galerio falleció el 5 de mayo del año 311, iniciándose nuevas luchas sucesorias que culminaron con la unificación del Imperio que quedó bajo el poder total de Constantino en el año 324…[1]

La Factoria Historica


[1]Luis A. García Moreno, La antigüedad clásica. El imperio romano en Historia universal, EUNSA, Pamplona 1979; William Seston, «Il declino dell’impero romano d’Occidente» en I propilei. Grande storia universale Mondadori, vol. IV: Roma. Il mondo romano, Arnoldo Mondadori Editore, Verona 1975

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